El discurso de Eman
Por Eman Ahmad Khamas
Esta es la primera vez que saboreo la felicidad desde hace cuatro años. Puede que crean que me siento feliz porque he recibido un premio y, en parte, es así, aunque la verdad es que mi felicidad se debe a que, finalmente, me he dado cuenta de que hay gente en el mundo que busca la verdad y cree en ella. Cuando me dijeron que había recibido este premio, lloré. Pero no como lloran las estrellas de Hollywood cuando reciben un oscar. Lloré sola en mi habitación y lo hice por diferentes razones. Lloré por los cientos de miles de iraquíes que han sido asesinados y que siguen siendo asesinados sin remedio todos los días y también lo hice por mi amado país, Irak.
Como todos ustedes saben, la Verdad fue la primera víctima caída en Irak a raíz de la ocupación angloamericana. Las agresiones contra Irak se construyeron sobre mentiras y la ocupación actual sigue manteniéndose con más mentiras. Irak como país, como nación, como cultura, como estado, como civilización, como un poder regional y como todo en general fue aniquilado durante esta ocupación. Todo fue arruinado, todo excepto una cosa: la resistencia y las ganas de resistir. La ocupación no pudo matar eso sino que, al contrario, lo hizo crecer y hacerse más fuerte cada día.
Desde un punto de vista humanitario, la resistencia tiene un precio muy alto. Luchar contra el poder militar más fuerte del mundo no es un trabajo fácil, como todos saben, pero para Irak, nada es demasiado caro. La ocupación de Irak se ha convertido en un símbolo para mí, para la mayoría de iraquíes y para muchos de los que luchan por la justicia, un símbolo de la injusticia, de la tiranía del poder, de la lógica retorcida y de todos los crímenes que el poder imperialista comete en defensa de intereses ilegales.
Vivimos en la era de la desinformación. Es irónico que la verdad sea la primera víctima cuando vivimos precisamente en la era de la revolución informática y tecnológica pero se entiende porque son aquellos que tienen capacidad para emplear los medios que proporciona la tecnología avanzada los mismos que dan la vuelta a los acontecimientos. A pesar de ello, como suele decirse, la verdad es como el aceite, siempre flota en la superficie, no importa cuánto lo agites.
Cuando se cumplió el cuarto año de ocupación, los periodistas iraquíes fueron lo bastante valientes para agruparse y protestar en la puerta del antiguo y bello edificio del corazón de Bagdad donde está la oficina de la Unión de Periodistas Iraquíes. Esa oficina fue atacada por las tropas americanas, los documentos y los archivos destruidos, los ordenadores confiscados y los guardas del edificio arrestados sin ninguna razón. Los periodistas iraquíes que protestaron no recibieron mensajes de ninguna organización hermana del mundo ante tal protesta. Simplemente porque nadie sabía que estaban protestando ese día. Sin embargo, ellos mandaron un mensaje al mundo exterior pidiendo ayuda. Era un mensaje de SOS : Salvémonos.
En ese mensaje dijeron que 200 periodistas iraquíes y técnicos habían sido asesinados en los últimos cuatro años. Ése es el tipo de libertad de expresión y democracia que Bush y la ocupación americana trajeron a Irak. Un miembro del consejo IJU que no quiso revelar su nombre dijo: nosotros, los periodistas iraquíes, estamos siendo expuestos a la masacre, al grado extremo del terrorismo, a la muerte y la matanza, tanto por las tropas americanas como por las fuerzas de seguridad iraquíes de los diferentes grupos armados.
Esos periodistas asesinados dejan detrás a familias que no tienen ningún tipo de apoyo moral o financiero. Para esas familias pidieron ayuda los periodistas que protestaron ese día. Y para otros profesionales que viven como vagabundos, tanto dentro como fuera de Irak. No es necesario decir que también muchos periodistas dejaron el país porque fueron amenazados. Yo soy una de ellos.
Y es que los periodistas iraquíes son a menudo expuestos a arrestos y detenciones solo por portar una cámara o un cuaderno. Muchos de ellos son amenazados de muerte por las milicias. En los primeros meses de ocupación, periódicos y páginas webs de ciertos partidos y milicias publicaron listas de periodistas, escritores y nombres de intelectuales que debían ser asesinados. Los periodistas siguen siendo secuestrados y matados. Mientras, los responsables de la ocupación, que son responsables de tal situación, según marca la ley internacional, no hacen nada al respecto.
La ocupación de Irak es también una guerra de información. Es la primera experiencia de este tipo. Para las tropas americanas, permitir la cobertura independiente de los medios está fuera de cuestión. Ningún medio está autorizado a cubrir ningún evento a menos que vaya empotrado con las tropas y por supuesto refleje lo que pasa según el punto de vista de las tropas. Si un periodista independiente intenta cubrir los eventos, se ve obligado a esconder su identidad como periodista o a arriesgar la vida.
Algunos periodistas americanos y británicos que se supone que siguen cubriendo la realidad iraquí no hacen el trabajo ellos mismos. Se quedan en hoteles fuertemente protegidos, nunca salen a las calles. Contratan a periodistas iraquíes a los que mandan a primera línea para traer noticias frescas. Por supuesto, esos periodistas iraquíes se exponen a morir y muchos de ellos mueren. Y es que ésta es también la era de la esclavitud que marcan los medios de comunicación.
Es importante, por supuesto, hablar sobre los derechos de los periodistas desde un punto de vista humanitario, pero imagino que es incluso más importante hablar de ellos desde un punto de vista histórico. Lo que está ocurriendo en Irak en los últimos cuatro años no está siendo debidamente contado ni documentado. Los crímenes que la ocupación provocó y que se siguen cometiendo contra Irak y la población iraquí están grabados solo en los corazones y mentes de los iraquíes. Algunas organizaciones y personas concretas están haciendo el esfuerzo de documentar esos crímenes, pero se echa de menos una apropiada lectura de la historia. El mundo exterior no sabe qué está pasando en Irak. Algún día, por supuesto, la realidad será desenterrada, pero quizás sea demasiado tarde para salvar siquiera algunas vidas o incluso para salvar al Irak a tiempo. Entonces se sabrá todo lo que pasó, gracias a la valentía de algunos iraquíes que derramaron su sangre para contar la verdad.
No he tenido tanta suerte como ellos de poder quedarme allí para escribir la historia de lo que está pasando. Tengo amigos en España que me ofrecieron a mí y a mi familia, solidaridad y protección. El rector de la Universidad Autónoma de Barcelona, el profesor Luis Ferrer, me ofreció tanta solidaridad que no solo aceptó a mis hijas fuera de tiempo y saltándose las normas sino que las ayudó a su escolarización. Estoy muy agradecida a España, a la UAB y a mis amigos españoles. Además ahora tengo el honor de recibir este premio. Pero otros periodistas iraquíes están viviendo en muy malas condiciones, con sus vidas siendo amenazadas a cada minuto.
He de decir que es una pena y una vergüenza que el mundo se quede de brazos cruzados y no haga nada para ayudar a la población iraquí y a los periodistas iraquíes. Por eso, desde aquí, hago un llamamiento a las uniones de periodistas internacionales para que intenten hacer algo que ayude a los periodistas iraquíes a parar sus detenciones, luchar para que se libere a los que están en prisión, ayudar a las familias de aquellos que son asesinados y trabajar por mostrar al mundo la verdad y, por supuesto, acabar con la ocupación. Gracias.
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